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lunes, 30 de mayo de 2011

Jeffrey Dahmer

Nació el 21 de mayo de 1960 en el hogar de un matrimonio problemático, compuesto por un investigador químico y una neurótica emotiva y autocompasiva esposa. Era un niño tímido y solitario que temía el abandono y daba la impresión de estar desamparado.
El joven Jeffrey no hacía más que gritar pidiendo atención desde temprana edad pero esos gritos nunca fueron oídos ya que sus padres estaban demasiado absortos en sus propias guerras personales que los llevaron a un amargo divorcio en 1978.
Su familia cambió de vivienda seis veces antes de establecerse en 1968 en Ohio. La mayor parte de su infancia la pasó escondido en un cobertizo de madera en una colina cazando insectos en frascos y conservándolos en formol. Pronto se interesó por la anatomía animal. Sentía gran curiosidad por saber qué tenían por dentro y llenó el sótano de su casa con huesos de conejos, pollos y otros animales. Luego pasó a las ardillas, mapaches y otras piezas más grandes, transportaba los cuerpos hasta el bosque, donde los dejaba pudrirse, luego sumergía los restos en lejía para limpiar y blanquear los huesos.


Su madre tras una temporada en el hospital, como consecuencia de la ingestión de grandes cantidades de tranquilizantes y otras drogas, tuvo que guardar cama por el resto de sus días, hecho que conduciría a Jeffrey a un aislamiento inquebrantable.
Dahmer comienza a matar siempre que se le presenta la ocasión. Seguía el mismo modus operandi: primero, el flirteo ofreciendo dinero a cambio de sexo, luego les ofrecía una bebida con somnífero y, finalmente, los estrangulaba. Después de matar a su víctima se quedaba abrazando el cadáver, pensando en cómo conservar las cabezas y formar una especie de altar en la habitación adornando con los huesos.
Dahmer seguía la predecible pauta de los asesinos en serie. Empezó matando cautelosamente asustado por sus crímenes. Luego el ritmo aumenta y se convirtió en una máquina de matar más efectiva. Está demostrado que estos asesinos con el tiempo se vuelven arrogantes y despreocupados convencidos de que no pueden ser apresados por ningún mortal, creyendo tener máximo poder y autoridad sobre los demás.
Dahmer mostraba muchas características de asesino organizado: acechaba a sus víctimas, les engañaba para llevárselos a su departamento con la promesa de dinero y favores y, después de la muerte ocultaba las pruebas de los crímenes, pero también daba muestras de ser un criminal desorganizado: realizaba actos sexuales con sus víctimas después de la muerte, consumía su carne y sangre, las mutilaba y conservaba algunas partes como recuerdos.
En una ocasión una de sus víctimas logró marcharse antes de que las drogas surtiesen su efecto, y la policía efectuó un registro de la casa, pero afirmaron no haber hallado nada.
Dahmer se mostró tan sincero y cooperador como muchos otros asesinos en serie, sin embargo, ni él mismo podía entender cómo había sido capaz de cometer todas aquellas atrocidades. Todos los presentes pudieron darse cuenta de hasta qué punto sus compulsiones y fantasías se habían apoderado de su mente, empujándole a seguir asesinato tras asesinato.
Después del veredicto habló por primera vez al tribunal, dijo: "Señor juez, todo ha terminado, me siento muy mal por lo que hice a esas pobres familias y comprendo su merecido odio. Asumo toda la culpa por lo que hice. He hecho daño a mi madre, a mi padre y a mi madrastra, pero les quiero mucho".
El carnicero de Milwaukee fue sentenciado a un mínimo de 900 años, pero murió en la cárcel en 1994 asesinado a golpes por un recluso. Tras la noticia, los padres de Dahmer se pelearon por la posesión de su cerebro, llegando incluso a enfrentarse ante los tribunales. La madre deseaba venderlo a un hospital de investigación mental, mientras que el padre sólo deseaba enterrarlo lejos de todo el mundo y de su memoria.
También los parientes de sus víctimas, representados por un abogado, consiguieron hacer negocio con los utensilios utilizados por el asesino para trocear y desangrar. Su refrigerador se subastó públicamente, al igual que todo tipo de cuchillos, sierras, picadoras y taladros.
Un grupo de ciudadanos de Milwaukee compró el lote completo con intención de montar un "museo de los horrores" para la atracción de los turistas, pero al final no se atrevieron a llevar a cabo el proyecto y destruyeron el macabro legado del caníbal.

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